CATEDRAL DE VALENCIA

 

Rosetón que adorna la fachada principal de la catedral de Valencia

 

En el corazón del casco histórico de Valencia, se levanta la catedral, rodeada de una multitud de edificios entre los que se yergue, como un minarete, la airosa torre octogonal del templo, conocida como Miguelete.

El 9 de octubre de 1238 Jaime I conquista Valencia y manda bendecir y purificar la mezquita musulmana para que la Virgen María, de la que era muy devoto, y cuya pintura en tabla llevaba a las batallas, tuviera un lugar digno donde alojarse, germen de la futura catedral.

 

 

 

Detalle exterior de la catedral

 

 

En un primer momento tan sólo se construyó un altar adaptado a la mezquita, pero algunos años más tarde, el 22 de junio de 1262, el obispo fray Andrés Albalat puso la primera piedra del actual templo gótico; una lápida conmemorativa, desaparecida con las reformas del siglo XVIII, da fe de este hecho.

Vista del cimborrio de la catedral y detalle de las cupulillas y cimborrio

 

La catedral de Nuestra Señora de Santamaría empezaba su andadura.

 

La obra primitiva comenzó por la cabecera, con su girola y transepto, para continuar con las tres naves y el cimborrio, bajo la dirección de Nicolás de Ancona.

 

Pocos años más tarde, entre 1356 y 1369, se construyó la sala capitular y, ya casi en el siglo XV, la torre del Miguelete.

La estructura de la catedral actual es básicamente la misma que tenía en origen, pero el interior sufrió numerosas transformaciones a finales del siglo XVIII.

 

 

 

DETALLE DEL CIMBORRIO

Para bien de este monumento, no hace muchos años, se decidió quitarle los añadidos barrocos, con lo que se recuperó gran parte de su original interior entre gótico y renacentista.
 

La catedral valenciana es un conjunto bastante heterogéneo en el que destaca la original fachada barroca, denominada popularmente “dels ferros”, obra que realizó Konrad Rudolf entre los años 1703 y 1713.
 

 

 

El popular Miguelete, torre de la catedral

Se compone de tres cuerpos, en forma cóncava de semicírculo, el primero con seis columnas corintias entre las que se abre la portada de acceso al templo, flanqueada por dos nichos con las estatuas del santo valenciano Pedro Pascual y el arzobispo Tomás de Villanueva.

Sobre el crucero se levanta un cimborrio octogonal, gótico, con dos cuerpos sobre trompas que presenta elegantes y amplios ventanales calados con tracerías de variado diseño.

 

 

 

INTERIOR DEL CIMBORRIO

 

 

 

La luz, que se desparrama hacia el interior a través de las policromas vidrieras, crea un espacio en la zona del crucero de sorprendente luminosidad.
 

Por la angosta calleja que de la capilla de la Virgen separa la cabecera de la catedral, rodeamos su cabecera por debajo del puente de comunicación que las enlaza; seguimos de largo las espaldas de la sala capitular moderna y sacristía, con sus muros, ventanales góticos, gárgolas, pináculos y arbotantes que hay en esta parte del muro, y pasamos frente a la otra puerta del crucero.

 

 

 

 

 

Vista de la capilla mayor

 

Si seguimos la ruta circunvalatoria, bajo el arco neoclásico que comunica la catedral con el Palacio Episcopal y, tomamos una angosta calleja llegaremos al ángulo que forman la sillería de la sala capitular, con los altos ventanales de tracería ojival; y en ángulo recto, ante el tope del Miguelete, la torre campanario de la catedral.

 

PUERTA DE LOS APÓSTOLES
 

A la izquierda de la fachada levanta el Miguelete sus 65 metros de altura.

Esta famosa torre octogonal la comenzó el maestro Andrés Juliá en el año 1381 y se acabó en el 1429. Su nombre se debe a la campana mayor, de 300 quintales, que fue bautizada en el día de San Miguel de 1418.
 

La portada más antigua del templo es la llamada del Palacio, ya que da al Palacio Arzobispal, en uno de los lados de crucero.

Es una original portada románica abocinada del siglo XIII con elementos mudéjares.

Está formada por seis arquivoltas minuciosamente decoradas con una fina y delicada talla.
 

Los arcos descansan sobre columnillas rematadas por capiteles en los que están labradas escenas del Antiguo Testamento.

 

La portada se remata con un tejaroz con rostros de hombres y mujeres.

 

Al otro lado del crucero está la Puerta de los Apóstoles que data de 1357 y está formada por tres arquivoltas apuntados decorados con 48 figuras de santos bajo doseletes.

 

 

 

 

INTERIOR DE LA NAVE CENTRAL

En las jambas aparecen los doce Apóstoles y en el tímpano la figura de la Virgen con el niño rodeado por ángeles.

Sobre ella un gigantesco rosetón con complicadas tracerías caladas y policromadas vidrieras.
El interior es de planta de cruz latina, con tres naves, crucero y ábside con girola, las naves con bóvedas cuatripartitas de crucería simple. La doble altura de la nave central respecto de las laterales permitió abrir sobre los muros grandes ventanales que ofrecen una buena iluminación interior.
El espectacular coro barroco de esta catedral, que tiene dos enormes órganos, se debió a la mano del artista valenciano Juan Bautista Pérez y se trasladó, ya en siglo XX, a la capilla mayor, pasando el altar mayor al presbiterio. Este último cambio no ha sido el único de la azarosa vida del altar mayor de este templo. El primitivo retablo de madera de la Virgen María que Jaime I depositó en la mezquita fue reemplazado por otro, gótico, realizado en plata a finales del siglo XIV.

Este último se fundió en un incendio que hubo en el año 1469, salvándose la imagen de la Virgen. Con la plata que quedaba y algo más se talló un nuevo retablo, esta vez por orfebres valencianos, al que se adornó con piedras preciosas, oro y perlas. El retablo se exponía en el interior de un armario de madera del siglo XVI cuyas puertas estaban pintadas con doce cuadros con escenas de la vida de la Virgen. Este retablo desapareció y se sustituyó por otro neogótico, en cobre dorado, en el siglo XIX, y una Virgen de madera policromada todo el relevo de la de plata.

 

CAPILLA DEL SANTO CÁLIZ


Las principales capillas de la catedral son las de la zona del Evangelio y las de la epístola, muchas de ellas recientemente restauradas, y cuentan con buenos retablos y esculturas e incluso pinturas de interés, como los dos lienzos de Goya que hay en la de San Francisco de Borja. La joya gótica de este templo la capilla del Santo Cáliz o Aula Capitular.
En la nave derecha, por una delicada portada de finales del gótico rematada por una gran cruz, se accede a dicha capilla, cuya estructura es del siglo XIV. La capilla es un amplio espacio cuadrado cubierto por una magnífica bóveda gallonada de robustas trompas, cuyas nervaduras apoyan sobre ménsulas murales y angulares. Los altos muros, mide 16 metros de altura, están rasgados por pequeños y alargados ventanales, con vidrieras policromadas, que dejan pasar una tenue luminosidad. En su interior se puede admirar el trascoro ojival, realizado en los primeros años del siglo XV, con calados doseletes, pináculos, bajorrelieves y pequeñas estatuas. En uno de los muros, adornado con pinturas al fresco de Nicolás Florentino, ya muy borrosas, del siglo XIV, hay una pequeña hornacina a modo de sagrario donde se conserva el Santo Cáliz.

 

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