Palacio de los Condes de Gomara (Soria), Gran escudo nobiliario sobre la puerta principal de su gran fachada
Se yergue este Palacio en el centro de la ciudad de Soria, en la calle que lleva su nombre, sobre un ligero altozano, y su altiva
estructura impone su
silueta característica al conjunto de la ciudad.
Se trata de un edificio de la mayor importancia dentro de la arquitectura civil renacentista. Fue mandado erigir por D. Francisco López
del Río y
Salcedo, terminándose en el año 1592, como reza una inscripción que recorre el friso, anotada en una cartela que sostienen dos
ángeles.
Su fachada, toda ella de sillería, tiene una longitud de 109 metros y el paso del tiempo a adobado a todos sus sillares con una pátina,
en siena
tostada, que le presta una singular fisonomía, realizada por la silueta de su torre cuadrangular que dobla la altura del resto, unos 20
metros. Consta de dos cuerpos distintos.
Fachada principal con los dos cuerpos de estilos diferentes, muy bien engarzados y estructurados
Uno, el mayor a la izquierda, macizo, en el que se abre un gran arco de pasaje, la puerta principal enmarcada por dobles columnas
toscanas, y encima balcones de tímpanos herrerianos y un gran escudo nobiliario en medio de dos colosales maceros (“Hércules”),
coronado por un busto de mujer y un castillo entre lambrequines.
Más arriba se suceden una serie de ventanas enverjadas.
Puerta principal enmarcada por dobles columnas toscanas y con gran escudo de armas en medio de dos hércules colosales
El cuerpo de la derecha es más corto y muy macizo en su parte inferior, en la que sólo se abrían un ojo de buey y discretos tragaluces para iluminar las cuadras.
En la planta principal, hay doce arcos sobre columnas toscanas y antepechos abalaustrados y en la segunda planta, 24 arcos, en galería sobre
columnas jónicas.
Cubre esta soberbia fachada la clásica cornisa con triglifos y metopas, y a modo de gárgolas para verter las aguas cabezas de león.
Todo el conjunto resulta un majestuoso lienzo de piedra, con “logia” alta según
mandan los cánones del mejor renacimiento italiano, aunque
resulta un tanto fuera de lugar en el frío clima soriano.
La torre, donde se abren en dos flancos balcones como los de la fachada, termina
en un cuerpo calado por ventanas gemelas, rematado por
finas pirámides coronadas por bolas de gusto herreriano.
Las armas de los Ríos y Salcedos se
repiten profusamente en las arquerías de la fachada y en las del patio.
La gran fachada del Palacio de una longitud superior a los 100 metros, luce bellos sillares de color siena tostada
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