Vista general de la catedral de Toledo
En pleno corazón de la ciudad de Toledo, la de las tres religiones, donde convivieron cristianos, árabes y judíos, se alza una gran catedral gótica, junto al barrio judío y rodeado de iglesias que, en otro tiempo, fueron mezquitas o sinagogas.
La catedral toledana no escapó a este destino de reconversión, salvo que en su caso se eligió la mezquita mayor, el lugar más sagrado de los musulmanes, para transformarla en el gran templo cristiano que necesitaban los vencedores.
Después de la Reconquista, en el año 1805, Alfonso VI prometió respetar la gran mezquita a cambio de la entrega de la ciudad sin derramamiento de sangre, pero esta promesa no se cumplió fielmente y, aunque se respetó el edificio arquitectónicamente, se adaptó para poderlo dedicar al culto cristiano.
Y así fue hasta el siglo XIII, cuando Fernando III decidió que había llegado el momento de erigir un gran templo y, el 14 de agosto de 1227, se colocó la primera piedra de la futura catedral en presencia del arzobispo Rodrigo Jiménez de la Rada.
Torre campanario. Vista superior de la fachada de la torre
“Fue entonces cuando el rey y el arzobispo Rodrigo pusieron la primera piedra de la iglesia de Toledo, que había conservado hasta entonces, desde tiempo de los árabes, la forma de una mezquita; este monumento, por un trabajo admirable, fue creciendo día a día provocando una gran admiración entre los hombres”.
Las obras duraron más de dos siglos, ya que las últimas bóvedas se colocaron finalizando el siglo XV y, en tan dilatada historia, colaboraron diferentes maestros.
La traza parece ser del maestro Martín, según una carta del siglo XIII conservada en los archivos de la catedral, al que sustituyó Petrus Petri, responsable de la cabecera, con quince capillas radiales, y del crucero.
Se sabe de la existencia de este último y de su participación en la obra por la lápida de su sepultura que todavía se conserva en un anexo de la catedral.
En ella se lee; “Aquí reposa Pedro, hijo de Pedro, maestro de la iglesia de Santa María de Toledo.
Su ejemplo y su conducta engrandecen más aún la obra de este hombre que construyó el templo presente y en él reposa.
Detalle de una de las capillas de la catedral
Como hizo este templo tan admirable, puede presentarse ante la faz de Dios para que nada quede privado de su sanción y que reciba su recompensa de Aquél que es el único que ordena todas las cosas.
Murió el 10 de noviembre del año 1329 de la Era”.
La Capilla del Espíritu Santo y la de la Santa Cruz, son de esta primera época. En el siglo XIV se construyó y abovedó el resto de las naves laterales, y se edificó el claustro bajo la dirección del maestro Rodrigo Alfonso.
A
lo largo del siglo XV colaboraron varios arquitectos, entre otros Juan Guas y
Enrique Egas, este último casi al final de la obra.
Entre los siglos XVI al XVIII se levantaron diversas capillas, se colocaron las
vidrieras y se terminó la decoración interior; coro, rejas, retablos, etc.
Galería interior del claustro
Trascoro de la catedral
Exteriormente la catedral de Toledo no ofrece una visión armónica, quizás porque es difícil verla en su conjunto al estar metida entre las estrechas callejuelas del casco viejo toledano.
Hay que acercarse hasta el mirador llamado de la “Virgen del Valle” para apreciar la belleza de sus volúmenes.
Pero si podemos admirar sus distintas portadas. La fachada principal de este gran templo es obra del maestro Alvar Martínez que la realizó en los primeros años del siglo XV.
Está dividida en tres cuerpos verticales, entre contrafuertes, en los que se abren sendas portadas.
Fachada principal obra del maestro Alvar Martínez
La Puerta del Perdón, en el centro, es de dos vanos y en el tímpano de sus apuntadas arquivoltas, se puede apreciar un relieve que representa a la Virgen imponiendo la casulla a San Ildefonso.
A su derecha la Puerta del Juicio, por ser este tema el que predomina, y a su izquierda la Puerta de la torre, llamada así por la gran torre que se levanta junto a ella, que tiene una sencilla decoración de tipo vegetal.
La torre, de planta cuadrada, se finalizó en el siglo XV y, sus 90 metros de altura, se dividen en cinco pisos rematados por una austera cúpula octogonal.
En la fachada sur se abren dos puertas la de los leones, una obra del gótico florido de Hanequin de Bruselas y Egas Cueman, en las que se ven seis leones sujetando escudos en la parte superior de las columnas.
TORRE CAMPANARIO
En el tímpano un bello relieve del Árbol de Jesé. En el lado norte se encuentra la puerta más antigua del templo, la del Reloj, que data de finales del siglo XIII y tiene un excelente trabajo de escultura tanto en el tímpano, con minuciosos relieves que narran la vida de Cristo, como en arquivoltas y jambas.
Una vez que se penetra en el interior de este gran templo, que mide ciento
veinte metros de longitud por sesenta de anchura, la imagen algo desordenada y
caótica del exterior desaparece para dejar paso a una iglesia que respira
armonía y recuerda a las grandes catedrales francesas de la época.
Las naves se dividen por medio de amplios arcos apuntados apoyados sobre recios pilares formados por columnillas rematadas por capiteles.
Puerta de los leones
Desde estos últimos arrancan los nervios que se continúan formando las bóvedas
nervadas que cubren las naves. Las ventanas, realizadas en distintas épocas,
muestran una gran diversidad, con arcos lobulados y tracerías más o menos
elaboradas. Las más originales son las que forman el triforio del coro, de clara
influencia árabe en su composición a base de arcos polilobulados sostenidos por
columnillas germinadas en mármol de color.
El recorrido por el interior puede empezar en la capilla mayor que es la que
reúne las piezas de mayor valor artístico de la catedral como son; la gran reja
renacentista que la cierra, maravillosamente
trabajada, obra del orfebre Francisco de Villalpando; el monumental retablo del
altar mayor, también renacentista, en el que colaboraron los mejores artistas de
la época decorado con relieves, bajo elaborados doseletes, en los que se narra
la vida de Cristo, y los mausoleos de Alfonso VII y su esposa, doña Berenguela,
y del cardenal Mendoza; ambos de gran calidad, el primero más exuberante de
lindes del gótico y el segundo renacentista.
Frente al retablo se encuentra el famoso “Transparente”, una de las obras más
importantes del barroco español en la que se mezclan arquitectura, pintura y
escultura, realizada en el siglo XVIII por Narciso Tomé.
Detalles de la girola
En
el centro de la nave central, en los dos tramos inmediatos al crucero, aparece
el coro, de doble sillería y cerrado por una reja renacentista de Domingo
Céspedes. Los sitiales bajos son de finales del gótico y fueron tallados por
Rodrigo Alemán con temas referentes a la toma de Granada por los Reyes
Católicos. Los sitiales altos fueron realizados en el año 1539 por Felipe
Vigarny y Alonso Berruguete con relieves en los que están representados de
personajes del Antiguo Testamento.
Entre las diferentes capillas de la nave derecha cabe destacar dos, la llamada
capilla Mozárabe levantada por Enrique Egás en el año 1519 y la de San Eugenio
del siglo XIII. La primera, cubierta por una hermosa cúpula y cerrada por una
reja renacentista, presenta en su interior unas pinturas al fresco de Juan de
Borgoña que narran los episodios de la conquista de Orán. La segunda tiene sobre
todo interés porque conserva la primitiva arquitectura gótica, además de dos
sepulcros notables, uno plateresco, el del obispo Fernando del Castillo, y otro
mudéjar, de son Fernán Gudiel, de gran originalidad por su fina decoración de
yeserías y mozárabes. Entre las capillas de la girola destacaremos cuatro la de
los Reyes Viejos o del Espíritu Santo, una capilla gótica de las más primitivas
de la catedral en cuyo interior se puede admirar una notable reja renacentista
de Domingo de Céspedes y tres retablos platerescos.
La Sala Capitular, a la que se accede por una hermosa puerta mudéjar, que
conserva un extraordinario techo artesonado mudéjar del siglo XVI y unos frescos
en las paredes, obra de Juan de Borgoña, con escenas de la vida de Cristo,
representaciones del infierno, el purgatorio y el paraíso y retratos de
diferentes prelados. La capilla de Santiago, obra maestra de finales del gótico,
que alberga las sepulturas hispano flamencas de don Álvaro de Luna y doña Juana
de Pimentel. Y, por último la capilla de los Reyes Nuevos, plateresca, que sirve
de cripta a los reyes de Trastámara.
Antes de abandonar este gran templo cristiano hay que realizar una visita al
claustro gótico situado a la izquierda de la torre; un sencillo patio de planta
cuadrada y amplias arquerías ojivales, cerradas con rejas en el siglo XVIII. Las
paredes interiores están decoradas con pinturas de Francisco Bayeu.
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