LA CATEDRAL DE CoRDOBA

 

 

Vista de la catedral de Córdoba junto al Guadalquivir

 

 

 

En la hermosa ciudad de Córdoba los árabes levantaron, junto al río Guadalquivir, una de las mezquitas más grandes del mundo; una obra tan bella que los cristianos no osaron demolerla y optaron por adaptar el templo cristiano a la estructura califal.

 

 

 

 

 

 

 

Interior de la iglesia catedral construida en el siglo XV

Pero el origen como lugar de culto de la mezquita-catedral cordobesa es muy antiguo, ya que en el solar donde hoy puede admirarse este monumento existió un templo dedicado a Jano en la época romana y más tarde una iglesia cristiana dedicada a San Vicente.

 

Esta fue la iglesia que tuvieron que derribar los musulmanes para construir su mezquita mayor.

 

 

 

 

 

 

Interior de la nave única de la catedral

La mezquita la comenzó el primer califa Omeya, Abderramán, a finales del siglo VIII, pero con las diversas ampliaciones no se terminó hasta el siglo X. en un principio la mezquita tenía once naves de doce tramos perpendiculares separadas por un original sistema de arcos superpuestos en los que se habían aprovechado columnas romanas (traídas de Mérida) y capiteles visigodos, restos de la iglesia precedente, Abderramán II amplió las naves, pero el gran impulsor de las obras fue Abderramán III, que levantó el gran alminar de doble escalera.

 

Bajo el reinado de este califa, Córdoba, que entonces contaba con medio millón de habitantes, vivió una de las épocas de mayor esplendor creativo; se empedraron e iluminaron las calles, se construyó una biblioteca con cuatrocientos mil volúmenes, se hicieron trescientos baños públicos, etc.

 

 

 

 

 

 

Zona de la primera mezquita con los dobles arcos de herradura

Además la Universidad cordobesa era un centro de polémica y controversia al que se acercaban los más famosos pensadores del momento. Al-Hakam II, en el año 961, volvió a ampliar las naves, añadiéndolas doce tramos más, y levantando una original linterna en la nave central sobre arcos que se cruzan pero que no llegan a tocarse.

Para sostener esta cúpula tuvieron que reforzar los soportes, duplicando las columnas e incorporando otras.

Sobre todas ellas se tendieron arcos de herradura y polilobulados que, cruzándose entre sí, forman un espacio de gran belleza.

 

 

 

 

 

Altar mayor de la catedral

La macsura se reformó multiplicando las columnas para que soportaran los numerosos arcos de todo tipo: herradura, lobulados, apuntados, etc., que se entrecruzan tendidos en el aire. Almanzor, ya finalizado el siglo X, volvió a ampliar la mezquita, esta vez por el costado oriental, con ocho naves, y agrandó el patio, añadiéndole un aljibe.

Con la muerte de Almanzor empezó la decadencia del califato cordobés y, en el año 1236, los cristianos al mando del rey Fernando el Santo conquistaron la ciudad. La fama de la mezquita, que había trascendido mucho más allá de las fronteras musulmanas, impidió que el rey, como había ocurrido en otras muchas ciudades andaluzas, mandara demolerla para levantar el templo cristiano.

Durante tres siglos su estructura sólo varió mínimamente; el cierre de algunas arcadas y la construcción, en el siglo XV, de la Capilla Real.

 

Órgano renacentista de la catedral

 

El año 1523 fue nefasto para la mezquita ya que Carlos V, convencido por las autoridades eclesiásticas, autorizó a derribar unas setenta columnas para insertar una iglesia gótico barroco plateresco que desentona totalmente dentro del conjunto árabe.

 Tres años más tarde, cuando Carlos V pasó por Córdoba y vio el desaguisado que había autorizado, no pudo por menos que lamentarse ante los canónigos: “Si hubiera sabido lo que teníais intención de hacer de cierto no lo habríais hecho, porque lo que allí hacéis se puede hallar en cualquier sitio, mientras que lo que teníais antes no existe en parte alguna en el mundo”.

Exteriormente la mezquita, con más de 23.000 metros cuadrados, es un gran edificio con recios muros reforzados por contrafuertes y almenas que le dan un cierto aspecto de fortaleza.

 

La entrada se encuentra en el lado norte a través de la Puerta del Perdón con tres arcos de herradura y decorada con elegantes relieves, por la que se accede directamente al Patio de los Naranjos, rodeado de una galería porticada con arcos de herradura, en cuyo centro se encuentra el aljibe del siglo X.

 

 

 

 

 

Detalle de las columnas y capiteles reutilizados de otros templos en el interior de la mezquita

A la derecha se alza el alminar, hoy día recubierto por un paramento clasicista proyectado por Hernán Ruiz a finales del siglo XVI.

Numerosas portadas se abren en el muro de la mezquita, la más antigua es la de San Esteban y la más reciente la del Caño Gordo, entre ellas quedan las tres más hermosas: las Puertas del Califa Alaquem II, del siglo X, restauradas durante el reinado de Alfonso XIII.
 

 

 

Detalle de las bóvedas que cubren la mezquita.

 

Una vez traspasado el umbral nos encontramos con 19 naves divididas por 36 tramos; un auténtico bosque de 850 columnas de granito, jade vede y violeta, que soportan dobles arcos de herradura realizados en piedra blanca y roja.

Las bóvedas levantadas en el siglo XVII han sido derribadas en muchas zonas del edificio, con lo que se puede ver el artesonado original que cubría la mezquita ensamblado con ricas maderas policromadas.

En la sexta nave está el mihrab, hoy capilla de Villaviciosa, de planta octogonal, que se cubre con una cúpula en forma de concha decorada con inscripciones islámicas y está revestido totalmente de bellísimos mosaicos vidriados de origen bizantino.

Al lado del mihrab se abre la Capilla Real, una obra mudéjar, muy ornamentada con motivos árabes como yeserías de ataurique, inscripciones cúficas, arcos de mozárabes, etc.

 

 

CÚPULA CATEDRAL

 

 

La traza de la catedral cristiana la encargó el obispo don Alonso Manrique al Hernán Ruiz el Viejo que la proyectó utilizando seis tramos de ocho naves, más una nave de crucero que afectaría a seis tramos más.
 

Este proyecto se planteó con una concepción gótica en su estructura, pero a la que se añadieron elementos renacentistas y barrocos, como es el caso de la tardía cúpula, levantada en el año 1600. A pesar de las críticas que se hicieron a este templo en su época, con mucha razón por que tuvieron que destruir parte de la mezquita, la realidad es que el crucero y la capilla mayor resultan bastante espectaculares.

 

El retablo del altar mayor es del siglo XVII. Realizado en mármol, consta de dos cuerpos de orden compuesto con cuatro columnas cada uno.

En los intercolumnios hay cuatro pinturas de Antonio Palomino y, en el primer cuerpo, se puede ver el tabernáculo.

Este último, realizado con buenos mármoles, está cerrado con una cupulilla y colocado entre columnas.

El coro, cuya sillería talló Pedro Cornejo, es realmente magnífico, algo que describe, verdaderamente sorprendido un viajero del siglo XVIII.

 

 

 

 

 

CAPILLA NAVE CENTRAL Y ALTAR MAYOR CON EL RETABLO

“La sillería de caoba es un trabajo inmenso, obra de nuestro siglo, que necesariamente hubo de ser costosa, considerando la multitud de ornatos y lo menudo de ellos, pues no hay parte ni chica ni grande que no los tenga a montones; de modo que para distinguirlos a corta distancia casi se necesita un microscopio. Haga usted cuenta que es un hormiguero de cosas en que se disipa la vista”. El coro está todo él ensamblado, no lleva clavazón y los relieves, con temas del Antiguo y Nuevo Testamento, están tallados en una sola pieza. Por último no queremos dejar de mencionar los dos púlpitos del siglo XVIII, obra del escultor francés Michel Verdiguier, labrados con los símbolos de los evangelistas en gran tamaño.

 

VISTA AÉREA DE LA CATEDRAL DE CÓRDOBA


La mezquita catedral cuenta con numerosas capillas adosadas al muro, muchas de ellas anteriores en fecha al templo catedralicio, siendo las más antiguas del siglo XIV. De todas ellas cabe mencionar la de San Bartolomé, en el muro sur, en la que se encuentra la sepultura del gran poeta andaluz Luis de Góngora y Argote y la de Santa Teresa con buenas pinturas debidas a Palomino y una escultura de José de Mora. Muy cerca de esta última capilla está el Tesoro de la Catedral en el que destaca la espectacular custodia gótica del siglo XVI, además de una buena colección de pinturas del renacimiento como las del artista cordobés Pablo de Céspedes, Pedro de Campaña, Antonio del Castillo, etc. Entre las esculturas el mejor ejemplo son los de Pedro de Mena en la capilla de Nuestra Señora de la Concepción. Pero no acaban aquí las piezas valiosas de la catedral, hay otras, algo más humildes pero igual de valiosas, repartidas por el interior de esta singular catedral; restos romanos, visigodos, inscripciones árabes, etc.

 

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